domingo, 23 de mayo de 2010

Si no es por esos ratos...


La semana pasada fue el Cantabria-Infinita, un rally muy bonito y un lugar donde siempre gusta ir, paisajes preciosos, gente estupenda, gastronomía para chuparse los dedos...

Y, cómo no, tenía unas ganas locas de ir. Pero ya sabéis que, a veces, las cosas se tuercen desde el principio y por mucho que te esfuerzas y te empeñas en ir al rally, en el caso que nos ocupa, pues parece que en alguna parte está escrito que no es para ti y una vez solucionas un incoveniente, se te plantea otro y así sucesivamente...

Pero la fe es lo único que se pierde y, muy a última hora, puse proa al rally... Pero, como digo, éste rally no era para mí... ¿Por qué os preguntaréis? Muy sencillo, llegar llegué, sí, pero el tiempo era de perros, llovía a mares, hacía frío, viento... Para colmo la gente con la que me reuniría allí marchaba asqueada por la meteorología y por el excesivo celo en la seguridad.

Y es que los miembros de seguridad trataron a los asistentes (público, prensa, acreditados...) como si de ganado se tratara. Para ello colocaron ingentes cantidades de cintas a muchos metros de la calzada y no permitían el tránsito a pie por el tramo en ningún momento, ni siquiera antes que pasaran los primeros coches de seguridad... ¡nunca me pasó nada igual!

En fin, con este panorama tomé la decisión de hacer el rally desde otro punto de vista: el turístico, a la aventura y el de visita. Es decir, mis amigos se fueron para casa, y yo me quedé para "disfrutar" del rally (había logrado ir y de ninguna manera me iba a marchar sin ver nada), y quedé con un buen amigo que vive allí.

Total, el rally fue lo de menos, pues disfrutamos de la buena compañía, nos reímos mucho y paladeamos buenos platos locales... ¿El rally? No sé, pero el cocido montañés riquísimo y es que, si no es por estos momentos, ¿qué nos queda?

lunes, 10 de mayo de 2010

Nunca sabes...


A los rallyes siempre vas con más o menos gana, pero lo de este fin de semana fue algo extraño.
Se disputaba el Rally Villa de Grado y de nuevo ocupamos nuestro lugar en las cunetas (faltaría más). Esta vez la galbana nos pudo y no hicimos los deberes, sin organizar nada: no conocíamos casi nada los tramos a disputar, no conocíamos los enlaces... un desastre. Tampoco es que la zona nos motivara mucha y la lista tampoco ayudaba, con notables ausencias en la zona alta. Para colmo de males la meteorología era adversa, lluvias intermitentes, brumas matinales, fresco... en fin, para quedarse en casa.
Pero siempre nos puede la afición y acabamos acudiendo a la llamada...
¿Qué os parece? Volvimos a casa con una sonrisa de oreja a oreja, pues fue uno de los rallyes más bonitos, dicertidos y emocionantes al que acudimos en los últimos tiempos. En unas condiciones favorables a "pegar un buen calderazo", todos, reito, todos los participantes iban con el cuchillo entre los dientes, desde el 207 S2000 hasta el Cinquecento 1.0. El ritmo impuesto por todos era elevadísimo ofreciendo al espectador luchas en todos los frentes, categorías y clases. Cada puesto se pagaba caro y para conseguirlo había que rodar al límite, por dentro y fuera de "lo negro", lo que comunmente se define como "subirse por las paredes". La buenísima compañía, la organización impecable, la gran afluencia de público y su comportamiento ejemplar y el llegar a casa a la nada despreciable hora de las ocho de la tarde, pues nos hizo recordar el por qué nos gusta tanto este deporte y también aprendimos que nunca sabes qué prueba vas a recordar especialmente bien, no por tener unas expectativas altas en una carrera en particular te va a salir mejor la jugada. Esta vez nos salió de once sobre diez.
¡Que no decaiga! Buena cosecha hasta ahora en Asturias, el 2010 se recordará... para muy bien.


miércoles, 5 de mayo de 2010

Por esos mundos...


Este fin de semana nos liamos de nuevo la manta a la cabeza e hicimos una visita a nuestro vecinos portugueses, para ver la subida a Falperra el sábado y el europeo de rallycross en Montalegre el domingo.
Fue mi primera salida al extranjero, pues nunca dejé la patria. La experiencia fue muy edificante, pues pude comprobar el modo de ver las carreras de los lusos que podría definir en tres palabras: ruidosos, obedientes y conformistas. Ruidosos porque hablan a voces (y yo que pensaba que era exclusivo de los asturianos...); obedientes porque cumplen las normas de seguridad a rajatabla, seguridad que por cierto, en la subida, era extrema, con alto despliegue de guardias y soldados (si, el ejército estaba también presente); y conformistas porque jamás les vi pelearse por un sitio mejor para ver las carreras, ni una protesta a los guardias... En este aspecto nada que ver con lo que podemos ver en España, que poco más o menos "nos la sopla" la autoridad (siendo un poquitín exagerados claro).
Pero quizá, el auténtico sabor del fin de semana, de irse de carreras a Lusitania, es el trayecto a recorrer por sus carreteras para llegar a tu destino. Simplemente es como participar en un rally. ¿Por qué? Simplemente porque sus carreteras son talmente tramos cronometrados, retorcidos, revirados, peligrosos y llenos de trampas, pero también bonitos, muy bonitos.
Tuvimos el gusto de recorrer el parque natural de Perena-Gerés y es simplemente espectacular, tanto sus paisajes, pueblos y carreteras... no paraba de soñar despierto, viendo imaginaciones de los gr. B y primeros gr. A batiéndose el cobre por aquellas curvas, con los barrancos de testigos directos y unos imaginados aficionados que abarrotaban las cunetas y dejaban un estrecho pasillo al paso de los coches... ¡increíble!
Y es que, lo mejor de ir de carreras, es el conocer parajes únicos que de otra manera no conocerías. Como decía aquél, "lo mejor del viaje no es llegar, si no el camino que te lleva al destino". Una verdad como un templo.
Ya tengo ganas de volver a perderme "por esos mundos"...